viernes, 13 de septiembre de 2019

LA MARCHA DEL APRENDIZ

Antes de hablar de la “Marcha del Aprendiz” es preciso hacerlo del singular piso de nuestros talleres, el cual se extiende desde la base de las columnas (que enmarcan el pórtico de tan sacro lugar), hacia el Oriente, representando los dos principios y los pares de opuestos que dominan el mundo visible.

La igualdad de las razas, lo positivo y lo negativo, el bien y el mal, lo grande y lo pequeño, lo divino y lo terreno, está manifiestamente representado en el pavimento de cuadros blancos y negros que engalana ese lugar donde se reciben hombres buenos para convertirlos en hombres mejores.

Representa este espléndido pavimento ajedrezado, además de los pares de opuestos señalados en el párrafo anterior, otros no menos importantes y reveladores, que al igual que los antes mencionados, necesitan de su opuesto para poder ser, para poderse manifestar, como lo son: el dolor y el placer, el día y la noche, las honras y las calumnias, la oscuridad y la luz.

Y es sobre estos escaques, que debe llevar a cabo su marcha el Aprendiz de Masón, con ánimo sereno e igual, sin consentir que coyunturas adversas turben su paz espiritual, ni condiciones propicias encumbren  su forma de ser y actuar.

Cuando se es profano, cuando aún no se ha recibido la luz de la iniciación masónica, nuestra marcha es incierta toda vez que no sabemos hacia dónde nos dirigimos, parafraseando a Elías Calixto Pompa en su poema, Estudia: “un grano detiene nuestro pie inseguro, caminamos tropezando, vivimos muertos”; pero una vez que el fulgor de la  iniciación ilumina nuestra esencia,  podemos, y debemos, con precisión y seguridad, marchar hacia el oriente en la búsqueda permanente de la luz de la sabiduría y del conocimiento.

El Aprendiz inicia su marcha con tres pasos que simbolizan las diferentes edades por las que el hombre ha de transitar: infancia, madurez y senectud.

El Aprendiz, en su marcha, se dirige desde el Occidente, donde imperan las tinieblas, hacia el Oriente, persiguiendo impenitente la luz, la sabiduría; siempre de frente y en línea recta persuadido de que su único interés debe ser marchar abiertamente hacia la construcción del templo interior.

La marcha del Aprendiz, con su ritmo regular, nos induce a reflexionar sobre el valor simbólico que en Masonería tiene el “movimiento”, y no es otro que dar los pasos necesarios para alcanzar la excelencia, en detrimento de la mediocridad, por medio del extraordinario sistema masónico, en pro del Progreso Universal.

El Aprendiz debe llevar a cabo la marcha  con paso firme y en línea recta, marcando, en cada uno de ellos, la Escuadra, símbolo de Rectitud, Justicia y Moralidad.

Los tres pasos de la marcha del Aprendiz evocan su edad masónica y los tres viajes de su iniciación,  además del triple período de estudio que está referido a las tres artes fundamentales (Gramática, Lógica y Retórica).

Cuando el Aprendiz coloca los dos pies, talón con talón, en ángulo de 90 grados formando una escuadra para iniciar la marcha, está manifestando su deseo de rectitud, de buscar la perfección cavando calabozos para los vicios y elevando templos a las virtudes, lo que logrará transitando el camino ascendente que conduce a la liberación de la ignorancia, del vicio, del error y de las pasiones que degradan y embrutecen al hombre, aplicando los principios de la equidad y la justicia.


El Aprendiz, al adoptar la posición de “al orden”, hace patente su , resolución de ponerse a disposición del V.·. M.·. y de los HH.·. del TALL.·., declarando de manera manifiesta su disposición a cortar su garganta antes que revelar nuestros profundos misterios, lo cual es su voluntad determinante de lealtad y silencio que asegura su reconocimiento y fidelidad a la OR.·.

Una vez concluida la marcha y ubicado en el lugar apropiado, el Aprendiz presenta su saludo respetuoso y fraterno a los Dignidades de la Logia, cuyo significado es el siguiente:

* Saludo al Venerable Maestro: Tengo Fe en mis ideales masónicos.

* Saludo al Primer Vigilante: Esperanza en Alcanzarlos.

* Saludo al Segundo Vigilante: Amor a la Humanidad.

El saludo en sí mismo representa el juramento de silencio y lealtad a los principios y misterios de la orden.

Farouk Farhat Ap.º. M.º.

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