La igualdad de las
razas, lo positivo y lo negativo, el bien y el mal, lo grande y lo pequeño, lo
divino y lo terreno, está manifiestamente representado en el pavimento de
cuadros blancos y negros que engalana ese lugar donde se reciben hombres buenos
para convertirlos en hombres mejores.
Representa este
espléndido pavimento ajedrezado, además de los pares de opuestos señalados en
el párrafo anterior, otros no menos importantes y reveladores, que al igual que
los antes mencionados, necesitan de su opuesto para poder ser, para poderse
manifestar, como lo son: el dolor y el placer, el día y la noche, las honras y
las calumnias, la oscuridad y la luz.
Y es sobre estos
escaques, que debe llevar a cabo su marcha el Aprendiz de Masón, con ánimo
sereno e igual, sin consentir que coyunturas adversas turben su paz espiritual,
ni condiciones propicias encumbren su
forma de ser y actuar.
Cuando se es
profano, cuando aún no se ha recibido la luz de la iniciación masónica, nuestra
marcha es incierta toda vez que no sabemos hacia dónde nos dirigimos, parafraseando
a Elías Calixto Pompa en su poema, Estudia: “un grano detiene nuestro pie
inseguro, caminamos tropezando, vivimos muertos”; pero una vez que el fulgor de
la iniciación ilumina nuestra esencia, podemos, y debemos, con precisión y
seguridad, marchar hacia el oriente en la búsqueda permanente de la luz de la sabiduría
y del conocimiento.
El Aprendiz inicia
su marcha con tres pasos que simbolizan las diferentes edades por las que el
hombre ha de transitar: infancia, madurez y senectud.
El Aprendiz, en su
marcha, se dirige desde el Occidente, donde imperan las tinieblas, hacia el
Oriente, persiguiendo impenitente la luz, la sabiduría; siempre de frente y en
línea recta persuadido de que su único interés debe ser marchar abiertamente hacia
la construcción del templo interior.
La marcha del Aprendiz,
con su ritmo regular, nos induce a reflexionar sobre el valor simbólico que en
Masonería tiene el “movimiento”, y no es otro que dar los pasos necesarios para
alcanzar la excelencia, en detrimento de la mediocridad, por medio del
extraordinario sistema masónico, en pro del Progreso Universal.
El Aprendiz debe
llevar a cabo la marcha con paso firme y
en línea recta, marcando, en cada uno de ellos, la Escuadra, símbolo de
Rectitud, Justicia y Moralidad.
Los tres pasos de
la marcha del Aprendiz evocan su edad masónica y los tres viajes de su iniciación, además del triple período de estudio que está
referido a las tres artes fundamentales (Gramática, Lógica y Retórica).
Cuando el Aprendiz
coloca los dos pies, talón con talón, en ángulo de 90 grados formando una
escuadra para iniciar la marcha, está manifestando su deseo de rectitud, de
buscar la perfección cavando calabozos para los vicios y elevando templos a las
virtudes, lo que logrará transitando el camino ascendente que conduce a la liberación
de la ignorancia, del vicio, del error y de las pasiones que degradan y
embrutecen al hombre, aplicando los principios de la equidad y la justicia.
El Aprendiz, al
adoptar la posición de “al orden”, hace patente su , resolución de ponerse a
disposición del V.·. M.·. y de los HH.·. del TALL.·., declarando de manera
manifiesta su disposición a cortar su garganta antes que revelar nuestros
profundos misterios, lo cual es su voluntad determinante de lealtad y silencio
que asegura su reconocimiento y fidelidad a la OR.·.
Una vez concluida
la marcha y ubicado en el lugar apropiado, el Aprendiz presenta su saludo
respetuoso y fraterno a los Dignidades de la Logia, cuyo significado es el
siguiente:
* Saludo al
Venerable Maestro: Tengo Fe en mis ideales masónicos.
* Saludo al Primer
Vigilante: Esperanza en Alcanzarlos.
* Saludo al Segundo
Vigilante: Amor a la Humanidad.
El saludo en sí
mismo representa el juramento de silencio y lealtad a los principios y
misterios de la orden.
Farouk Farhat Ap.º.
M.º.
Dios les Bendiga Mucho https://bautizados.com
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